Bolsas locales: cómo ser más atractivas para atraer a las futuras scaleups

Por Patrick Alex

Comparamos la lista de las empresas con mayor valor bursátil en el mundo vs. el mismo listado 20 años atrás y ¿qué nos llamó la atención?, que la gran mayoría de ellas hoy tienen base tecnológica, algo que se ha acentuado con el acelerado desarrollo y crecimiento que ha tenido el ecosistema emprendedor impulsado entre otros motivos, por la necesidad de innovar durante la pandemia.

Si bien esto puede no ser una sorpresa para algunos, verlo reflejado en números llama mucho la atención. En el informe realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llamado “Tecnolatinas 2021”, se destaca que en la última década, se multiplicó por 32 el valor del ecosistema en general pasando de US$ 7.000 millones en el año 2010 a US$ 221 mil millones a fines del 2020.

Si se hace la comparación con las 40 principales empresas tradicionales que cotizan en la bolsa de toda la región, estas vieron caer su capitalización de mercado en US$489 mil millones, lo que nos habla de hacia donde está la tendencia actualmente. 

Ahora bien, al hacer un zoom en la actividad de empresas tecnológicas de las bolsas de Brasil y México, nos dimos cuenta de que la bolsa nacional aún es una opción atractiva para ellos, mientras que por su parte, las empresas tecnológicas chilenas de similares características, probablemente no vean al mercado local como una opción o atractivo aún y esto se puede dar por lo siguiente. Por un lado, el ecosistema nacional aún está en una etapa muy jóven y por otro, y que va en la línea con el argumento recién dado, todavía pesa mucho el sueño de listar públicamente en NASDAQ, que es un argumento más que válido debido a los grandes éxitos vistos en el ecosistema. 

Para fomentar que la bolsa local sea atractiva, necesitaremos pro-activamente empujar hacia una bolsa más dinámica y orientada a atraer a estas nuevas generaciones de empresas.  Una opción podría ser generar vehículos más ágiles como SPACs (vehículos sin actividad operativa cuyas acciones se emiten en un mercado de valores para realizar una futura adquisición o fusión en un sector concreto y brindan la opción de salir en la bolsa más rápido y eficientemente), los que podrían impulsar a refrescar los índices locales, sin embargo, ahí aún falta más pro-actividad por parte de inversionistas para apostar en ellos, ya que la mayoría siguen listados en Estados Unidos debido a las facilidades que entrega la legislación y el mayor apetito de riesgo en el mercado: solo en el primer trimestre de 2021 se vieron 298 SPACs listadas en Estados Unidos. 

Sin embargo, este es un dilema no solo existente en Chile. En Europa también tienen sus propios desafíos en atraer a las nuevas generaciones de empresas para listar en sus bolsas nacionales, ya que finalmente, uno como founder, busca la mayor liquidez y posible upside en el IPO (oferta pública inicial) para sus inversionistas. Uno de los últimos casos emblemáticos, es el listing de la empresa biotech alemana Biontech (detrás de la vacuna mRNA contra el covid) que cotizó en Nasdaq en vez de en la bolsa de Frankfurt.

Volviendo a Chile, si bien el ambiente está mejorando cada vez más, viendo un mayor éxito de las últimas generaciones de scale-ups, aún la bolsa local no ofrece posibilidades suficientemente atractivas como por ejemplo las brasileñas para listarse. Si revisamos el IPSA de 1990 a la fecha, este no ha cambiado significativamente manteniéndose en los primeros lugares las mismas empresas de ese entonces, algo que hoy más que nunca puede cambiar.

Sin embargo, si la bolsa nacional no tiene la capacidad de atraer empresas tecnológicas, esas mismas empresas que hoy en el mundo son las con mayor valor bursátil no vendrán ya que el IPSA no tendrá la capacidad de capturarlas por lo que automáticamente perderá peso.

Los inversionistas locales (privados y AFPs), están enfrentados ante una compleja situación de, por un lado invertir en su país y por otro, invertir en un mercado público que probablemente no tiene mucho potencial de crecimiento si no hay una mayor diversidad de sectores y llegada de empresas tecnológicas al índice. 

Brasil ha mostrado un desarrollo interesante en esta dirección. Meliuz, empresa apoyada por Endeavor, salió en la bolsa B3 de São Paulo, y ha marcado una pauta ya que otros los están siguiendo como Clearsale, Enjoei y Brisanet. Estos ejemplos nos demuestran como cada vez hay mayor apetito por parte de los emprendedores tecnológicos de considerar bolsas locales como una opción viable. 

¿Es solo cuestión de tiempo entonces? No estemos demasiado confiados sobre esto, es mejor pensar proactivamente sobre cómo podemos subir el nivel del mercado público local, ya que si queremos ser una economía innovadora y tecnológica, tenemos que lograr que por lo menos algunas de las nuevas generaciones de empresas chilenas deseen estar listadas inicialmente en Chile. 

Si esto no ocurre, una gran parte de la captación de valor ocurrirá afuera, con inversionistas internacionales y poca participación de fondos AFP chilenos y personas naturales chilenas que principalmente invierten en el IPSA. Parte de la movilización de las scale-ups tecnológicas es también que el chileno/a corriente pueda invertir en ellos en su bolsa local y así beneficiarse de un mercado al alza donde todos puedan participar. 

Si los mercados capitales locales siguen siendo poco atractivos, no lograremos alcanzar a ser ese anhelado hub de inversión financiero para toda la región. Si lo queremos lograr, hay que empujar hacia una bolsa más dinámica y orientada a atraer a estas nuevas generaciones de empresas. Aún queda un largo camino por recorrer.



Sustentabilidad: más que una moda, una necesidad

La acumulación en la atmósfera de GEI, gases de efecto invernadero, principalmente CO₂ (más de 75 %), metano (CH₄) y óxido nitroso (N₂O), están configurando un nuevo escenario ambiental.

El Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) ya lo advirtió diciendo que “si se mantiene el actual ritmo de emisiones de GEI, la temperatura global aumentará 2,7 grados a finales de siglo respecto a la media de la era preindustrial (1850-1900)”, cifras catastróficas que provocarían aún mayores cambios ambientales en el mundo y que incidirían directamente en la sociedad.  

Para afrontar este enorme desafío, se creo en 2015 en la Conferencia sobre el Clima de París (COP21) el Acuerdo de París, el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático.

Este acuerdo busca establecer un marco global para evitar un cambio climático peligroso manteniendo el calentamiento global muy por debajo de los 2 °C y prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. También aspira a reforzar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático y a apoyarlos en sus esfuerzos.

Sin embargo, si se quieren alcanzar los objetivos no basta solamente con los esfuerzos gubernamentales, sino que también de privados. Las empresas deben tener presente que ser sustentables hoy es una opción, pero en el mediano o largo plazo puede significar desaparecer del mercado.

El Estudio Global sobre Sostenibilidad en la Cadena de Suministro, elaborado por Miebach Consulting, compañía que presta servicios para toda la cadena de suministro, señala que 97 de cada 100 empresas planean duplicar sus proyectos de sostenibilidad en los próximos años.

Pero detrás de lo que aparenta ser una buena intención de las empresas, también están las presiones externas, principalmente de los stakeholders que empujan constantemente a que existan regulaciones y modelos de negocios en línea con disminuir el impacto social y ambiental de las actividades.

Para Gonzalo Muñoz, Emprendedor Endeavor y fundador de TriCiclos, “Hay que pensar más allá de la caja de lo que hago, se debe también impactar al entorno para hacerlos parte de la transición para que exista una narrativa común que impulse aún más el propósito”, algo que sin duda está siendo cada vez más relevante para el entorno que rodea a las organizaciones.

De acuerdo con un estudio realizado a más de 14.000 consumidores en nueve países por IBM Institute for Business Value (IBV), durante el covid-19 se ha elevado el foco de los consumidores en la sostenibilidad y la disposición de hasta pagar de sus propios bolsillos -o incluso aceptar una reducción de sueldo- por un futuro sostenible.

La encuesta agrega que los consumidores están cada vez más dispuestos a cambiar la forma en que compran, viajan, e incluso donde realizan inversiones personales debido a factores de sostenibilidad ambiental de las empresas.

En esta línea, vemos como el mundo de los negocios y sobre todo las nuevas Startups y Scaleups están más alineadas con la sostenibilidad, un concepto que se ha vuelto casi una regla para los que quieran escalar y tener éxito con sus emprendimientos y financiamiento.

Cada vez más vemos como los grandes fondos de inversión empiezan a cerrar la puerta al financiamiento a proyectos que no cuenten con Responsabilidad Social Ambiental (RSE).

Por ejemplo, para BlackRock, el fondo más grande del mundo, la fecha de caducidad para invertir en las empresas altamente contaminantes es 2050, según anunció su CEO global, Larry Fink en enero de este año.

Otros bancos estadounidenses, como Morgan Stanley y Wells Fargo, Bank Of America, Goldman Sachs y Citigroup, limitaron las inversiones que hacen en las minas de carbón desde 2015, lo que marca una tendencia clara de hacia donde van los negocios.

Para Axel Christensen, Mentor Endeavor y Director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock, “Las compañías que marcan mejor en métricas de sustentabilidad, el mercado las recompensa. En BlackRock vemos que es la mejor manera de que la estrategia de inversión sea a largo plazo, cuando es sustentable«.


Race To Zero

En medio de la pandemia se lanzó el programa Race to Zero de la mano de Gonzalo Muñoz Champion de la COP25 y Nigel Topping, Champion de la COP26, que busca alcanzar carbono neutralidad para 2050 mediante una colaboración público-privada a través de todas las instituciones, el mundo empresarial, las administraciones locales, universidades, entre otras, para trabajar colaborativamente y sumarse al compromiso.

El programa que ya cuenta con más de 3.000 empresas, 250 inversionistas, 600 universidades y 700 ciudades, tiene como objetivo impulsar el cambio hacia una economía descarbonizada para la COP26 donde los gobiernos deben fortalecer sus contribuciones al Acuerdo de París. Esto servirá para enviar señales claras a los gobiernos de que las empresas, ciudades, regiones y inversores están unidas para cumplir los objetivos de París y así, crear una economía más inclusiva y resistente.

“El adecuarse y anticiparse a las regulaciones cero emisiones netas al 2050 es un nuevo estándar, el que no lo esté haciendo está absolutamente fuera del juego. Debemos seguir movilizando la economía como un todo”, asegura Gonzalo Muñoz.

Las empresas del sector privado juegan un rol clave para lograr estas metas. Deben lograr potencia modelos de consumo responsable entre sus grupos de interés para construir una cultura de desarrollo sostenible que genere el real impacto que se pretende.

“Tenemos que hacerles ver a las empresas estos principios de sustentabilidad, de que esta es una manera de participar de estos objetivos y también es un buen negocio, de que no son cosas contradictorias. Aquí hay una tremenda oportunidad para las empresas de innovar”, afirma Axel Christensen.

El calentamiento global es algo que nos está afectando a todos, no solamente a las potencias o países emergentes, esto es algo transversal del que hay que hacerse cargo por lo que es importante que existan sinergias público-privadas que colaboren con el propósito para lograr el objetivo del 2050.